sábado, 1 de diciembre de 2007

Ultimo cd de bersuit


Nota en rolling stone latinoamerica

El signo de interrogación se desliza como un tatuaje de guerra en la cabeza de Gustavo Cordera. La foto de tapa es un ilustrativo mapa de intenciones del nuevo disco de Bersuit: todo parte de esa portentosa testa y la necesaria falta de certezas para asumir un grado de redención rockera. Contradictorio y mal hablado, Cordera es un perfecto macho alfa capaz de conducir multitudes y, al mismo tiempo, de generar efectos nocivos en aquellos que todavía creen en el sentido del lenguaje y sus reglas de estilo. Pero es rock y la voz de Bersuit conoce a la perfección el abecé orillero que domina a la patria desde mediados de los 90. Nunca sonó tan enojado como en la maquinal apertura de "Laten bolas": "Una fuerza sagrada espera entre tus piernas por vos… por vos", arenga y el arranque es demoledor, como si los Chemical Brothers ensayaran en Ciudad Oculta para salir de gira por todo el Conurbano bonaerense. El arranque sorprende porque esas guitarras cargadas sobre una base electrónica podrían causar pavor entre los defensores del aguante, pero a no temer: la canción es un brioso caballito de batalla para abrir recitales y cargar contra los prejuicios a todo galope. Todo lo que sucede después encaja perfectamente con el acertijo del título.

Luego de casi diez años y cinco discos de estudio, el nombre de Gustavo Santaolalla no aparece en los créditos de producción. El milagrero que sacó del coma profundo a Bersuit y lo transformó en una moderna orquesta rioplatense cedió la posta al exitoso tándem Toth-Guyot, que ya habían colaborado con el grupo en Libertinaje (1998) y en el disco en vivo De la cabeza (2002). Las diferencias se hacen notar en un regreso a los tiempos desbocados, cuando la brújula del grupo giraba enloquecida entre el adorable delirio y la simple provocación. De otro modo no se entiende el festival escatológico plasmado en "De ahí soy yo", una canción en tiempo de murga y discurso combativo contra la instalación de las papeleras en Fray Bentos, o el rockito "Mi vida", en que la frase "me resisto a tener un celular como un perro que no quiere su collar" atrasa unos diez años. Por la misma línea de recursos gratuitos aparece una larga diatriba de insultos en "Siempre el mismo" y en el pase de comedia fallido de "No me paronoiqueen". Del otro lado, ahí donde se alinean los planetas que rigen a las melodías y las palabras, "Rebelión" es un iluminado himno beat con la participación de Ciro Pertusi y algunos versos brillantes: "Será la mentira un paño de agua frío para no salir a matar". El signo ? mejora en la voz y el piano de Juan Subirá, que como un Goyeneche herido busca refugio en "Humor linyera", una canción de cuna con reminiscencias de Tom Waits. Como es costumbre, Tito Verenzuela aporta sus clásicos todoterrenos: la contagiosa cumbia "Ebrio de sinrazón" y el uruguayazo "Luna hermosa". Casi sobre el final del disco, Cordera baja un cambio e instala el cielo protector de un bolero autorreferencial, "Ansiando libertad", y en el cierre retornan las programaciones en una furiosa declaración tecno: "Soy insistente, soy prepotente, soy recurrente, soy envolvente, perseverante, muy desafiante, un fisuronte, desesperante, un mal amante, muy demandante, peor cantante, pa’ que te espantes", dice la letra de "El guerrero" y la pregunta dibujada en la cabeza del cantante todavía no encuentra respuesta.

Por Oscar Jalil

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